Pia Arismendi

La frase "Lo que callas, te consume. Lo que sueltas, te libera" es una verdad fundamental en la psicología de la expresión emocional. Más que una metáfora, describe el proceso neurobiológico y emocional por el cual la represión de sentimientos se convierte en una carga psíquica y física, mientras que la expresión, en sus múltiples formas, se convierte en un acto de purga y autoconocimiento. Este principio es la base de la mayoría de las terapias psicológicas, desde el psicoanálisis hasta la terapia cognitivo-conductual.


La Carga de lo Callado: Represión y Somatización 


Desde un punto de vista psicológico, callar no es simplemente guardar silencio; es un acto de represión emocional. Cuando una persona suprime pensamientos, traumas o emociones negativas (ira, miedo, tristeza), no desaparecen. En cambio, son empujados al subconsciente, donde continúan ejerciendo una presión constante. 


Consumo Energético: La represión es una tarea psicológicamente agotadora. Mantener la tapa sobre las emociones consume una inmensa cantidad de energía cognitiva que podría usarse para la creatividad, la resolución de problemas o el disfrute de la vida. A largo plazo, esta lucha interna constante puede manifestarse como fatiga crónica, agotamiento o falta de motivación. 


Somatización: El cuerpo es el lienzo de lo que la mente calla. El estrés crónico de la represión activa constantemente el sistema nervioso simpático, lo que puede llevar a una variedad de síntomas físicos (somáticos) como dolores de cabeza, problemas digestivos, tensión muscular o un sistema inmunitario debilitado. La ira no expresada, por ejemplo, puede manifestarse como hipertensión; la tristeza no procesada, como dolor en el pecho. 


El Acto Liberador de Soltar 


Soltar no es solo hablar; es cualquier forma de expresión emocional. Puede ser a través del habla (en terapia o con un ser querido), la escritura (un diario), el arte (pintura, música) o incluso la actividad física intensa. El mecanismo de liberación tiene un profundo impacto en el cerebro y el cuerpo. 


Procesamiento Cognitivo: Darle forma a una emoción a través del lenguaje (hablado o escrito) obliga al cerebro a organizar el caos interno. Este proceso de "nombrar para domesticar" traslada las emociones del sistema límbico (la parte emocional y reactiva del cerebro) a la corteza prefrontal (la parte racional). Esto permite al individuo comprender la emoción, en lugar de ser controlado por ella. 


Conexión Social y Validación: Compartir una experiencia dolorosa con alguien que escucha sin juzgar tiene un efecto terapéutico. La validación social reduce la sensación de aislamiento y vergüenza que a menudo acompaña a lo callado. Este es el poder de la conexión humana. 


Reducción del Estrés Fisiológico: La expresión emocional (ya sea verbal o no verbal) reduce la actividad en la amígdala (el centro del miedo en el cerebro) y disminuye los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Es por eso que, después de un buen desahogo, uno se siente más ligero y relajado. 


El Poder de la Honestidad Emocional 


En última instancia, la frase es una guía hacia la honestidad emocional. Lo que callamos nos consume porque nos obliga a vivir con un peso invisible. Nos obliga a mantener una fachada que no corresponde con nuestra realidad interna. La liberación reside en la aceptación radical de nuestras emociones y la valentía de expresarlas. El verdadero poder no está en la capacidad de aguantar y sufrir en silencio, sino en la fortaleza de soltar y sanar.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.