El artista colombiano Mousix presenta “Blue”, una cruda e hipnótica exploración de la depresión, los círculos viciosos y la desesperada búsqueda de una salida.
Este sencillo, tan personal como universal, sumerge al oyente en el laberinto emocional de quien lucha contra sus propias sombras, una batalla interna que Mousix transforma en una experiencia de catarsis colectiva.
Más que una canción, “Blue” es una narrativa transmedia que se extiende desde un impactante video musical grabado en el desierto de neón de Las Vegas hasta una valiente intervención urbana en las calles de Bogotá.
“Blue” no es solo para ser escuchada, es para ser sentida.
A nivel sonoro, la producción combina texturas electrónicas con melodías fuertes, creando una atmósfera a la vez melancólica y vibrante.
Mousix estuvo al frente de la composición y arreglos de esta canción. La producción, mezcla y master son un trabajo de Alou Productions en Melbourne, Australia.
El relato visual, dirigido por Mousix, con Julián Rodriguez en la dirección de fotografía, Giovanni Osorio y Jesús Bohorques en producción y editado por Luis Ángel Manjarrés, lleva la narrativa a un nuevo nivel.
Rodado en Las Vegas, el video utiliza la ciudad del pecado no como un símbolo de fiesta, sino como una metáfora del espejismo: la promesa de un escape brillante que a menudo revela un vacío más profundo.
Las luces de neón parpadean como pensamientos intermitentes, y los paisajes nocturnos que la rodean reflejan la soledad del conflicto interno.
Pero la historia de “Blue” no termina en la pantalla. Rompiendo la cuarta pared, Mousix ha llevado el mensaje directamente al corazón de Bogotá.
A través de una campaña de contenido en las calles, ha iniciado conversaciones directas y sin filtros sobre la salud mental, interactuando con el público y convirtiendo el tema central de la canción en un diálogo comunitario. Esta acción subraya la misión del proyecto: desestigmatizar la vulnerabilidad y recordar que nadie está solo en su lucha.
“Grabar en Las Vegas fue como confrontar la ilusión de la ‘felicidad’ prefabricada. Y llevar esa conversación a las calles de mi ciudad es el paso más importante: convertir el dolor individual en un puente hacia la conexión real. Quiero que esta canción sea un permiso para no estar bien y, al mismo tiempo, una chispa de esperanza”.