En el código no verbal de las interacciones humanas, la mano en la cintura es un gesto que siempre me ha fascinado por su complejidad. No es un simple roce, ni un abrazo total; es una declaración posicional que dice mucho sobre la etapa y el estado de una relación. Para mí, es la frontera donde el coqueteo se encuentra con la posesión y el deseo se cruza con el anclaje.
La esencia de prácticas como el mindfulness y la meditación se encapsula en una idea simple, pero profundamente transformadora: la respiración funciona como el puente físico y atemporal entre la mente dispersa y el aquí y ahora. Desde la psicología de la atención y la neurociencia, este proceso convierte el acto involuntario de respirar en una herramienta deliberada para desmantelar la rumiación y la ansiedad, anclándonos firmemente en el único momento en que la vida y el cambio son posibles: el presente.