Pia Arismendi

Con el corazón vibrante, bajo el sol que juega entre los edificios modernos y los parques florecientes, una voz se alza con la convicción de la experiencia vivida: "Yo sí creo que las personas cambian, porque yo cambié en pensamientos para ser mejor persona y jamás volver a lastimar a alguien y pensar dos veces antes de actuar." Esta declaración, despojada de teorías abstractas, es un testimonio humano poderoso de la capacidad intrínseca de transformación que reside en la conciencia y la voluntad. No es una promesa vacía, sino un mapa personal de la metamorfosis interior, una prueba palpable de que el cambio genuino, aunque arduo, es una realidad tangible.


Desde la psicología, esta afirmación se alinea con los principios de la plasticidad cerebral y la reestructuración cognitiva. Nuestro cerebro no es una entidad fija; tiene la capacidad de formar nuevas conexiones neuronales y modificar patrones de pensamiento a lo largo de la vida. La decisión consciente de cambiar los pensamientos es el primer paso para remodelar estas estructuras internas, abriendo la puerta a nuevas formas de sentir, actuar y relacionarnos con el mundo.


El motor de este cambio, tal como lo describe la frase, es el deseo profundo de "ser mejor persona" y la firme resolución de "jamás volver a lastimar a alguien". Esta motivación intrínseca, nacida de la empatía y la conciencia del impacto de nuestras acciones en los demás, es un poderoso catalizador para la transformación personal. Implica un reconocimiento de los patrones dañinos del pasado y un compromiso ético con un futuro diferente.


El proceso de cambio se articula en dos acciones clave: la modificación de los pensamientos y la deliberación antes de actuar. Cambiar los pensamientos implica un trabajo introspectivo continuo para identificar y desafiar las creencias negativas, los sesgos cognitivos y los patrones de pensamiento automáticos que pueden conducir a comportamientos dañinos. Requiere autoconciencia, honestidad con uno mismo y la voluntad de adoptar perspectivas más saludables y constructivas. Técnicas como la terapia cognitivo-conductual (TCC) se centran precisamente en esta reestructuración del pensamiento como vía para el cambio conductual y emocional.


La segunda acción, "pensar dos veces antes de actuar", introduce un elemento de autorregulación y control de impulsos. Implica detenerse en el momento previo a la acción, reflexionar sobre las posibles consecuencias de nuestros actos en los demás y elegir una respuesta más consciente y considerada. Este proceso deliberativo rompe la cadena de reacciones automáticas y permite la intervención de la empatía y la responsabilidad en nuestras decisiones.


Psicológicamente, este cambio consciente requiere esfuerzo, perseverancia y autodisciplina. No es un evento instantáneo, sino un proceso gradual que puede implicar recaídas y desafíos. Sin embargo, la convicción personal y la internalización de los valores de empatía y no daño actúan como una brújula que guía el camino hacia una transformación duradera.


La experiencia personal descrita en la frase ofrece una poderosa prueba de concepto de la capacidad humana para el cambio. Alguien que ha transitado este camino de transformación se convierte en un faro de esperanza para otros que luchan con patrones de comportamiento dañinos. Demuestra que la voluntad consciente, impulsada por el deseo de ser mejor y evitar el sufrimiento ajeno, puede superar las inercias del pasado.


En las calles soleadas de Santiago, donde la vida florece en cada esquina, esta voz personal nos recuerda que el cambio no es una utopía reservada para unos pocos, sino una posibilidad inherente a nuestra naturaleza humana. La clave reside en la introspección honesta, la voluntad de modificar nuestros pensamientos y el compromiso consciente de actuar con empatía y consideración. La historia de una persona que elige transformarse para no lastimar a otros es un testimonio elocuente de la capacidad del espíritu humano para la redención y el crecimiento, un faro de esperanza que ilumina el camino hacia un futuro de relaciones más saludables y un mundo más compasivo.

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