Pia Arismendi

El aire se espesa con una verdad ineludible, una frontera emocional trazada con la tinta de la reciprocidad: "Una vez que pierdes acceso a mí, no esperes al viejo yo. Espera la versión que mereces según la energía que diste." Esta frase, cruda y directa, no es una amenaza vacía, sino un profundo eco de las leyes psicológicas que rigen nuestras relaciones y la evolución de nuestro ser. Habla de límites, de autovaloración y de la ineludible consecuencia de nuestras acciones en el tejido de la conexión humana.


Desde la psicología, esta declaración resuena con el principio fundamental de la reciprocidad en las relaciones. Los vínculos saludables se nutren de un intercambio equitativo de energía, atención, cuidado y respeto. Cuando este equilibrio se rompe persistentemente, la dinámica de la relación se altera, y la persona que se siente constantemente desvalorizada o desatendida inevitablemente comienza un proceso de cambio y redefinición de sus límites.


La pérdida de "acceso" no es un acto caprichoso, sino la consecuencia de una erosión gradual de la confianza y la conexión. Puede manifestarse en la falta de escucha activa, la invalidación constante de los sentimientos, la ausencia en momentos importantes o, en casos más graves, el abuso emocional o la traición. Cuando una persona siente que su vulnerabilidad y su entrega no son correspondidas, instintivamente comienza a replegarse para proteger su bienestar emocional.


La frase nos advierte contra la expectativa de encontrar "al viejo yo" tras esta pérdida de acceso. La persona que se ha sentido desvalorizada no permanece estática en su dolor. La psicología nos enseña sobre la resiliencia y la capacidad de adaptación del ser humano. Ante la falta de reciprocidad, se activa un mecanismo de autoprotección que puede llevar a la reconstrucción de la propia identidad y a la reevaluación de las prioridades relacionales.


La promesa de una "versión que mereces según la energía que diste" introduce un elemento de justicia emocional. No se trata de una venganza calculada, sino de una consecuencia natural. Si la energía invertida en la relación fue positiva, basada en el respeto, la empatía y el cuidado, la versión que se encontrará probablemente refleja esa misma energía: comprensión, disposición a la reconciliación y la posibilidad de reconstruir la conexión sobre bases más sólidas.


Sin embargo, si la energía dispensada fue negativa – marcada por la indiferencia, el desprecio o el abuso – la nueva versión puede ser más distante, con límites más firmes e incluso con la decisión de no permitir un nuevo acceso. Esto no es un castigo, sino una consecuencia lógica de la autoconservación. La persona ha aprendido de la experiencia y ha establecido nuevas barreras para proteger su bienestar futuro.


Psicológicamente, este proceso está íntimamente ligado al concepto de autoestima y autovaloración. La falta de reciprocidad sostenida puede erosionar la autoestima, llevando a la persona a cuestionar su propio valor. La decisión de restringir el acceso y presentar una "nueva versión" es, en muchos casos, un acto de reafirmación del propio valor y una declaración de que ya no se tolerará un trato despectivo.


La frase también nos invita a reflexionar sobre nuestra propia responsabilidad en la dinámica de nuestras relaciones. ¿Qué tipo de energía estamos invirtiendo? ¿Estamos siendo conscientes del impacto de nuestras acciones y palabras en los demás? La expectativa de recibir una determinada versión de alguien está directamente ligada a la energía que nosotros mismos hemos ofrecido.


En última instancia, esta poderosa declaración es un recordatorio de que las relaciones son vías de doble sentido. La conexión se nutre de la reciprocidad y el respeto mutuo. Una vez que se cruza la línea de la desvalorización persistente, el paisaje emocional cambia irrevocablemente. La persona que alguna vez estuvo dispuesta a ofrecer su vulnerabilidad puede transformarse en alguien que prioriza su propia protección, reflejando en su actitud la energía que se le ha entregado. Es una lección sobre la importancia de cuidar las conexiones mientras se tienen, antes de que el acceso al alma se cierre y solo quede el eco de la energía que sembramos.

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