Las pobres aceitunas a veces cargan con una injusticia culinaria: las vemos siempre como la compañía del vino, la cerveza o la tabla de charcuterie… pero olvidamos que son mucho más que eso. Son una bomba de sabor, historia y salud que merecen brillar también dentro de la olla, el horno y hasta en el mortero.
El Pan de Muerto es mucho más que un dulce de temporada; es el corazón de la ofrenda del Día de Muertos. Su sabor a azahar y su textura esponjosa representan el cuerpo del difunto, y sus "huesitos" de masa son un recordatorio de los ciclos de la vida y la muerte. Si buscas una conexión profunda y aromática con esta tradición, hornearlo en casa es el camino.
Cocinar es un oficio, un acto cotidiano que nos conecta con quienes somos y con quienes amamos.
Frita, hervida, asada, majada, en tortilla, pastel o empanada —la papa es esa amiga que nunca falla.