Prefacio – 14 de junio de 1847
Mi nombre es Percival Harroway y espero que tomen lo que leerán a continuación con la altura de miras que se merece.
Quizás pensarán que estoy loco, créanme que la idea también ha cruzado mi cabeza, pero les aseguro que todos y cada uno de los eventos de los que hablaré en las siguientes páginas son reales, tan reales como las joyas en la corona de la Reina Victoria.
10 años atrás, el mismo año en que nuestra estimada Reina ascendiera al trono, recibí la última carta de mi querido tío, el explorador e investigador William Ashford. Tras las insistencias de mi madre, su hermana, decidí tomar el primer tren en dirección a Oxford, ciudad en la que residía, para confirmar su estado.
Mas en su lugar solo encontré las locas divagaciones de alguien cuya cordura lo había abandonado por completo, pegadas en todas las paredes de su casa, desde el piso hasta el techo.
En estos papeles, descubrí tras pasar la tarde de mi llegada leyendo, mi tío describía lugares imposibles con montañas tan altas que tocaban el cielo y con noches que no terminaban nunca. Claramente síntomas de locura, me dirigí a sus vecinos para ver si alguien tenía información sobre su paradero, pero a la única conclusión a la que pude llegar fue que, tras comprar elementos de exploración, mi tío entró a su casa la noche del 4 de mayo de 1837 y que nadie más nunca lo vio salir.
Fue ese día que, debido a la poca información que había encontrado afuera, decidí encerrarme en la casa de mi tío para investigar qué era lo que lo había empujado a la locura… y hasta a dónde esta lo había arrastrado a él.
Entre escritos traídos de diferentes partes del mundo, encontré historias con referencias a un lugar que mi tío llamaba “Las Tierras Veladas”, un lugar que él asumía quedaba en algún lugar de las Américas. Pero William Ashford ya no era quien en algún momento fue, había envejecido, y ya no le era tan fácil reunir una expedición como antes, por lo que se centró en otro de los aspectos presentes en las mismas historias.
Mi tío parecía estar seguro de que, utilizando métodos arcanos, le sería posible romper la barrera del espacio y dirigirse directamente a este extraño lugar.
Y si los papeles plasmados en todas sus paredes decían la verdad…
Parecía haber encontrado la forma.
Habiéndole enviado una carta a mi madre diciéndole que seguiría a mi tío e intentaría traerlo de vuelta sano y salvo, compré mi propio material de exploración y me adentré en la locura de mi tío… locura que me mantendría alejado de mi querida Inglaterra por los próximos 10 años.
Mi nombre es Percival Harroway, sobrino de William Ashford, y este es mi Atlas Oculto.