Pia Arismendi

En una sociedad marcada por la cultura de la productividad—donde el valor individual se calcula en función de los títulos, los ascensos y las adquisiciones—la máxima "El verdadero poder no está en lograr, sino en ser" emerge como un principio psicológico liberador. Esta frase invita a desmantelar el ego del logro y a redefinir el poder no como una acumulación externa, sino como una integridad interna y una profunda autenticidad. 


La Trampa del Logro Extremo 


Desde el punto de vista de la psicología del rendimiento, la búsqueda incesante del "logro" (el tener o el hacer) es un juego de suma cero. Se basa en una motivación extrínseca: la validación, el reconocimiento y la aprobación social. Quien cimienta su identidad en sus conquistas vive en un ciclo de ansiedad constante, impulsado por el miedo al fracaso o al estancamiento. 


Este patrón está intrínsecamente ligado al Síndrome del Impostor y al Ego Inflado. El logro externo, por grande que sea, nunca es suficiente para llenar el vacío si la persona no ha cultivado primero el "ser". La identidad se convierte en una armadura hecha de éxitos, que es pesada de mantener y frágil ante el primer revés. El poder, en este modelo, es una ilusión dependiente de factores inestables. 


El Poder de la Coherencia (El "Ser") 


"Ser", en este contexto, no significa inacción, sino coherencia entre los valores internos y las acciones externas. El verdadero poder reside en la autenticidad y la autocompasión, pilares de una identidad sólida. 


Cuando una persona se enfoca en el "ser", busca desarrollar cualidades intrínsecas: 


Valores: Entender y vivir según principios innegociables (honestidad, integridad, empatía). 


Identidad Genuina: Aceptar las propias limitaciones y fortalezas sin la necesidad de la perfección. 


Presencia Plena: La capacidad de estar presente en el momento, libre de la ansiedad por el futuro (logro) y el remordimiento por el pasado. 


Este poder es inquebrantable. Si una meta externa fracasa, el individuo con un fuerte sentido del "ser" no se desmorona, porque sabe que su valor no se perdió en el resultado. La resiliencia y la autoaceptación son sus mayores herramientas, y estas no se pueden cuantificar en un currículum ni se pueden arrebatar con una crisis económica. 


La Ética y la Liderazgo Auténtico 


La diferencia entre lograr y ser también se refleja en la ética. El individuo obsesionado con lograr a menudo ve a otros como herramientas o competencia, dispuesto a comprometer sus valores por el resultado final. El individuo centrado en ser proyecta un poder que es inspirador y magnético. 


En el ámbito del liderazgo, la autoridad del "ser" es la más efectiva. Los grandes líderes no son solo aquellos que han logrado más; son aquellos que proyectan una integridad, calma y sabiduría que trasciende sus éxitos. Su influencia es orgánica y basada en el respeto, no en el temor o la jerarquía. 


En conclusión, la frase es una invitación psicológica a la revolución interna. El logro es temporal y depende del mundo; el ser es permanente y depende solo de uno mismo. El verdadero poder, por lo tanto, es la libertad de ser auténtico, sin que la identidad quede secuestrada por la necesidad de demostrar constantemente que se es digno.

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