A medida que octubre se tiñe de calabazas y se acerca Halloween, la cartelera del streaming se inunda con la habitual dosis de slashers, posesiones demoníacas y jump scares predecibles. Sin embargo, en la plataforma HBO Max (ahora Max, en algunos territorios, pero manteniendo la fuerza de su catálogo), el verdadero festín se sirve en el ámbito del terror psicológico, un género que renuncia a la sangre fácil para hurgar en las fisuras de la mente humana.
Mientras las calabazas se iluminan y el aire se carga de ese frío nostálgico que anuncia Halloween, las plataformas de streaming se convierten en el campo de batalla de un género que muta constantemente: el terror. Este año, el catálogo de HBO Max en Chile presenta una parrilla que, si bien es sólida en títulos de culto y franquicias consagradas, revela una fascinante crisis de identidad en la cima de su ranking de películas de miedo.
A puertas de un nuevo Halloween, donde el rito de la noche de brujas se ha consolidado como un fenómeno de consumo global, las plataformas de streaming se convierten en el epicentro de la temporada. Sin embargo, al analizar el catálogo chileno de Netflix, la promesa de una inmersión en el "terror antiguo" se desvanece, dejando en evidencia una brecha generacional y una miopía curatoría que ignora los cimientos del género.
Hola, mis queridos amantes del terror y la creatividad. Hoy les traigo un hack infalible para llevar sus disfraces al siguiente nivel: ¡sangre comestible, casera y realista! Ya sea que quieran unas gotas cayendo por la comisura de sus labios o salpicaduras dramáticas en su cosplay, esta receta es fácil, segura y, lo mejor de todo, ¡utiliza ingredientes que probablemente ya tienen en casa, como azúcar o miel!
Con la neblina del 31 de octubre cerniéndose sobre Santiago, la parrilla de Netflix Chile se transforma en un barómetro preciso de los miedos colectivos y las tendencias globales. El ranking de películas de terror para este mes no solo revela qué títulos están consumiendo los chilenos, sino que también expone un fenómeno cultural más profundo: la consolidación de la "marca" Netflix como un género en sí mismo y la relegación del cine de autor a los rincones del catálogo.