Bajo la capa de laca brillante y las melodías pegadizas, el fenómeno Hairspray es una obra de complejidad fascinante para el análisis cinéfilo, un raro cruce de caminos donde el cine underground se encuentra con el gran espectáculo de Hollywood. Su ADN se remonta a la película original de 1988, concebida por el iconoclasta rey del trash de Baltimore, John Waters. En la visión de Waters, la historia de Tracy Turnblad, la adolescente "gordita" con sueños de bailar en televisión en el segregado Baltimore de 1962, era una sátira ácida, un caballo de Troya para criticar la hipocresía del "Sueño Americano" y la discriminación contra lo diferente, ya sea por talla, raza o estilo.
El papel de Edna Turnblad, la madre agorafóbica de Tracy, fue interpretado originalmente por la legendaria drag queen Divine, un guiño subversivo y descaradamente camp que sentaba las bases estéticas y temáticas: la belleza es maleable, el establishment debe ser desafiado y el arte puede ser un vehículo para la justicia social, incluso si es a través del humor negro.
La Metamorfosis de 2007: Del Culto al Mainstream
La verdadera proeza cinematográfica, sin embargo, se manifiesta en la adaptación musical de Broadway de 2002, y su posterior salto a la pantalla grande en 2007 (dirigida por Adam Shankman). Esta versión se convierte en un objeto de estudio: ¿cómo se domestica un espíritu tan radical sin perder su chispa?
El Lenguaje Musical como Herramienta de Cambio: La banda sonora de Marc Shaiman y Scott Wittman es un golpe de genialidad. Canciones como "Good Morning Baltimore" establecen el tono vibrante, mientras que "Welcome to the 60's" y, sobre todo, "Run and Tell That" y "I Know Where I've Been", utilizan el formato del gran número musical para confrontar directamente el racismo. El clímax, "You Can't Stop The Beat", no es solo una canción bailable; es un manifiesto de integración, un torrente de cuerpos de todos los tamaños y colores uniéndose en un acto de rebeldía joyosa, donde el ritmo triunfa sobre la segregación.
El 'Camp' como Estética Subversiva: La elección de John Travolta para encarnar a Edna Turnblad (siguiendo la tradición de Divine) mantiene un importante hilo de la estética camp de Waters. El drag aquí, aunque más suavizado para el consumo masivo, sigue siendo un comentario sobre los roles de género y la artificialidad de los estándares de belleza de la época. Es un guiño metatextual que se balancea entre la sátira y el homenaje.
Coreografía y puesta en escena: Shankman, un coreógrafo experimentado, dota a la película de una energía cinética implacable. La coreografía no es un mero adorno; es parte de la narrativa. Los números en las calles de Baltimore, con sus movimientos amplios y coloridos, contrastan con la rigidez controladora de personajes como Velma Von Tussle (Michelle Pfeiffer), simbolizando la irrupción de la libertad y la diversidad en un espacio mediático opresor.
Mensaje y Relevancia: Una Crítica Suavizada pero Vital
Si bien la versión de 2007 diluye la acidez de Waters por una dulzura más orientada a la familia, su mensaje central sobre la aceptación corporal y la integración racial sigue siendo potentísimo.
Integración Racial: Hairspray aborda la lucha por el "Día Negro" en el Corny Collins Show, utilizando el programa de televisión local como un microcosmos de la sociedad estadounidense. El conflicto entre la comunidad blanca privilegiada y el talento afroamericano marginado es el corazón dramático, culminando en la protesta y la victoria del baile y la hermandad.
Body Positivity Avant la Lettre: La protagonista, Tracy Turnblad (Nikki Blonsky), desafía los rígidos estándares de belleza de la televisión de los 60. Su peso es un obstáculo que debe superar, pero su talento y optimismo demuestran que la valía no reside en la talla. Es una celebración de la autenticidad en una cultura obsesionada con la delgadez y la uniformidad.
En esencia, Hairspray (2007) es una masterclass de cómo un musical puede utilizar la alegría desenfrenada, el color saturado y el ritmo contagioso no sólo para entretener, sino para inyectar una crítica social vital a su audiencia masiva, demostrando que la rebelión puede ser más efectiva cuando se baila con una sonrisa y mucho, mucho aerosol.