Pia Arismendi

En un mundo regido por la data, la lógica algorítmica y la búsqueda obsesiva de resultados garantizados, la frase "El verdadero poder no está en la certeza, sino en la fe" introduce un concepto psicológico que desafía la racionalidad moderna. Esta máxima no es meramente religiosa o espiritual; es una profunda reflexión sobre la capacidad humana de actuar a pesar del riesgo, la fuente de la resiliencia y el motor de la innovación. 


La Falacia de la Certeza 


Desde una perspectiva psicológica, la certeza absoluta es una ilusión cognitiva. Nuestro cerebro, diseñado para la supervivencia, busca activamente patrones y predicciones para minimizar el peligro. Sin embargo, cuando una persona depende rígidamente de la certeza, se vuelve frágil ante el quiebre de la realidad. 


Parálisis por Análisis: La búsqueda obsesiva de la certeza puede llevar a la inacción. Quien solo se mueve cuando tiene el 100% de la información o la garantía de éxito, pierde oportunidades y se estanca en la parálisis. 


Aversión al Riesgo: La certeza limita el crecimiento. El apego excesivo a lo conocido impide la exploración de territorios nuevos, personales o profesionales, que son inherentemente inciertos, pero que encierran el mayor potencial de desarrollo. 


El poder basado en la certeza es, por lo tanto, un poder reactivo y limitado por las circunstancias conocidas. 


La Fe como Motor de la Acción 


La fe (entendida aquí como la convicción en un resultado positivo, un valor o un propósito, más allá de la evidencia inmediata) es el verdadero motor del poder psicológico. La fe no niega la incertidumbre, sino que la integra como una condición necesaria para el avance. 


El poder de la fe se asienta en tres pilares: 


Motivación Intrínseca y Autoeficacia: La fe es una forma de autoeficacia anticipatoria. Es la creencia de que se tienen los recursos internos para superar obstáculos que aún no se han manifestado. Este compromiso interno impulsa la perseverancia y transforma el "no sé si lo lograré" en "actuaré como si pudiera lograrlo". 


Resiliencia Radical: Cuando los planes fallan, la persona anclada en la fe no se derrumba, porque su fuente de poder no era el resultado (la certeza), sino el propósito o el valor detrás de la acción. La fe permite reinterpretar el fracaso como una oportunidad de aprendizaje, manteniendo la energía psíquica enfocada en el objetivo a largo plazo. 


Libertad Creativa: La fe libera la mente de la esclavitud de la prueba empírica inmediata. Esto es vital para cualquier acto de creatividad o emprendimiento, donde la visión debe trascender lo que es visible o predecible. Los mayores saltos de la humanidad—científicos, artísticos o sociales—se dieron en la ausencia de certeza y por la presencia de una profunda convicción. 


En conclusión, la certeza es un ancla pesada que nos mantiene a salvo pero inmóviles; la fe es la vela que nos permite navegar el riesgo. El individuo que "separa la fe de la certeza" accede a una fuente de poder psicológico inagotable: la capacidad de generar significado y acción incluso cuando el mapa del futuro está completamente en blanco. Este es el poder transformador, el que moldea el mundo en lugar de simplemente reaccionar a él.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.