En el vasto repertorio de elogios que podemos recibir, pocos impactan con la profundidad de un reconocimiento sobre nuestro efecto en el estado emocional ajeno. La frase "Tienes un don para hacer sentir mejor a los demás" trasciende la cortesía; es una certificación de una habilidad lingüística y empática tan sutil como poderosa. Esta habilidad no reside en la elocuencia o la retórica grandilocuente, sino en la arquitectura invisible de la palabra emitida.