La frase "No hay principios ni finales. Solo cambios y transformaciones" desafía nuestra necesidad psicológica de organizar la vida en narrativas lineales y discretas. Desde la psicología del desarrollo y la filosofía del proceso, esta máxima es una guía para vivir con menos ansiedad y más fluidez. Al abandonar la ilusión de hitos definitivos, se reconoce que la existencia es un flujo perpetuo, y que la verdadera madurez consiste en navegar la naturaleza cíclica del ser.