En la compleja topografía del desarrollo relacional, el momento en que se establece la exclusividad es, para mí, el punto de inflexión más significativo. No es solo un cambio de estatus; es una transacción de confianza y una redefinición de la identidad de ambos individuos. Es la línea invisible que separa el coqueteo alegre y las citas casuales de la construcción seria de un futuro compartido.