Diciembre llega envuelto en papel brillante, una obligación social de alegría que se siente tan pesada como un yunque. Las vitrinas se llenan de luces intermitentes, pero para muchas almas, este mes es la estación de la más profunda oscuridad. Como periodista sensible, me toca ser contingente con esta dolorosa verdad: mientras el mundo celebra un ciclo que termina, la estadística de las crisis de salud mental y, trágicamente, los intentos de suicidio, se disparan.