La muerte, ese horizonte ineludible de la existencia, no se contempla igual en todos los rincones del planeta. En América Latina, la perspectiva sobre la mortalidad es un tapiz complejo tejido con hilos prehispánicos, fervor católico y una resiliencia social inquebrantable. Más que un tabú, la muerte es a menudo una conversación constante, un familiar que se visita anualmente. Un análisis profundo revela que las miradas latinoamericanas están profundamente influenciadas por la historia, la religión y el entorno social.
A medida que octubre se tiñe de calabazas y se acerca Halloween, la cartelera del streaming se inunda con la habitual dosis de slashers, posesiones demoníacas y jump scares predecibles. Sin embargo, en la plataforma HBO Max (ahora Max, en algunos territorios, pero manteniendo la fuerza de su catálogo), el verdadero festín se sirve en el ámbito del terror psicológico, un género que renuncia a la sangre fácil para hurgar en las fisuras de la mente humana.
Mientras las calabazas se iluminan y el aire se carga de ese frío nostálgico que anuncia Halloween, las plataformas de streaming se convierten en el campo de batalla de un género que muta constantemente: el terror. Este año, el catálogo de HBO Max en Chile presenta una parrilla que, si bien es sólida en títulos de culto y franquicias consagradas, revela una fascinante crisis de identidad en la cima de su ranking de películas de miedo.
A puertas de un nuevo Halloween, donde el rito de la noche de brujas se ha consolidado como un fenómeno de consumo global, las plataformas de streaming se convierten en el epicentro de la temporada. Sin embargo, al analizar el catálogo chileno de Netflix, la promesa de una inmersión en el "terror antiguo" se desvanece, dejando en evidencia una brecha generacional y una miopía curatoría que ignora los cimientos del género.